La complicidad del silencio

Integrantes del movimiento 'Historias Desobedientes', durante una marcha en Buenos Aires. 
Fotografía obtenida el la pagína web del diario EL MUNDO


Acabo de leer un artículo sobre el grupo de hijos de torturadores de la dictadura argentina que, una vez descubierta la verdadera labor que desempeñaba su padre, tuvieron la valentía y la honradez ética de denunciarles. Supongo que un acto tan humano como éste resultará asombroso en España donde la corrupción, el abuso de poder, la presión a la justicia, el aforamiento criminal y el silencio cómplice forma parte del comportamiento casi generalizado de nuestros representantes institucionales, lleguen estos de donde lleguen y tengan el color ideológico que tengan.

Tomen nota todos los hijos, hermanos, padres, cónyuges, y compañeros laborales de aquellos que tanto han abusado y siguen abusando del sufrimiento y esfuerzo de todos.

No olviden que la conciencia, como revela un clásico proverbio alemán, será siempre nuestra mejor almohada.

Desde aquí mi grito épico al valor y los valores de estas mujeres y hombres, capaces de hacer tanto bien al crecimiento moral de la humanidad y de regalar a las personas denunciadas (en este caso sus seres más queridos) la oportunidad para arrepentirse y hacer al menos un último gesto honorable que les devuelva la paz y armonía (derechos universales tan desconocidos como gratuitos para todos) de los que con sus actos se fueron alejando.

JAJ (Julio 2017)


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