Para Olivia
Fotografía de Olivia
Olivia nació con un problema en su riñones que nadie desde fuera hubiese adivinado jamás.
Siempre alegre, siempre jugando.
Siempre esperándote para saltar sobre ti, para lamerte, para sentarse a tu lado, para seguirte a todas partes.
Tuvo la suerte de tener una familia a su altura, una familia que la trató no como un perro sino como al ser único que era, un ser a la altura a la que posiblemente nunca llegaremos ninguno de nosotros.
Ayer por la mañana todos asumimos lo irreversible de la situación. Y entonces, después de estar hablándolo largo rato con Nuria, volví al libro de Celan que estaba leyendo y (¿casualidades de la vida?) este fue el primer poema que me tocó leer.
Tú con las palabras que yo dije,
tú con tu silencio
tú contigo misma
en el mundo su-
bi-
da,
tú mi amor:
perdida, extra-
viada, una
y otra vez
regresada en el dolor: es
tarde.
Ayúdame,
ayúdate,
ayuda.
El camino de horas anduvo lo que dije.
El camino de horas anduvo lo que callé.
Anduvo y anduviste,
por lo infinito anduviste,
hacia delante y hacia atrás,
hacia ninguna parte, hacia la palabra, hacia allí.
Deja.
Un nombre se te abre,
otro:
quédate.
Los poemas póstumos (página 78).
Paul Celan.
Una pequeña joya de una de las voces más universales y profundas de la poesía internacional.
Para ti Olivia.
Nunca te olvidaremos, cosita.
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